El maltrato animal es, a la vez, un factor que predispone a la violencia social y, al mismo tiempo, una consecuencia de la misma. Forma parte de la cascada de la violencia que nos va alcanzando a todos como individuos y como sociedad.
La violencia es “un acto intencional que puede ser único o recurrente y cíclico, dirigido a dominar, controlar, agredir o lastimar a otros. Casi siempre es ejercida por las personas de mayor jerarquía, es decir, las que tienen el poder en una relación, pero también se puede ejercer sobre objetos, animales o contra sí mismo”.
La violencia inhibe el desarrollo de las personas y puede causar daños irreversibles, adopta diferentes formas de expresión que pueden variar desde una ofensa verbal hasta el homicidio.
La crueldad es “una respuesta emocional de indiferencia o la obtención de placer en el sufrimiento o dolor de otros, o la acción que innecesariamente causa tal sufrimiento; ha sido considerada un disturbio sicológico. La crueldad de los niños, que incluye a los animales, es un signo clínico relacionado a desórdenes antisociales y de conducta”
la crueldad hacia los animales
constituye un aviso sobre la posible existencia
de otras formas de violencia. es uno de los signos de la psicopatía. Por
otra parte, se ha identificado relación entre la observación de actos de crueldad
animal, y la práctica de tales abusos. Estadísticamente, se ha identificado que
tres de cada diez individuos que han presenciado actos de crueldad animal, han
incurrido en tales prácticas en algún momento. Además, otros estudios como el
de DeGue y DiLillo establecieron una serie de rasgos comunes entre los niños o
jóvenes que emprenden en actos de crueldad animal. Entre las características
más comunes se encuentran: el sentimiento de inferioridad, el rechazo y la
crítica. También, el aislamiento y episodios de comportamientos agresivos
constantes, caracterizan a los niños o jóvenes que emprenden crueldad contra
animales.
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